Llegada de un nuevo gato a casa
¡Un intruso en mi casa!
Antes de descubrir que el recién llegado a casa será un excelente compañero de juegos y de siestas, los gatos que ya vivían en casa suelen ser cautelosos y recelosos con los nuevos llegados. Lo primero que suelen pensar es que los nuevos vienen a comerse su comida, a robarle su mejor cojín, a quitarle mimos de sus dueños, etc.
Al principio es probable que le veamos con el ceño fruncido, dándole la espalda al nuevo o incluso defendiendo su territorio. Haciéndolo no es ni malo ni egoísta. Está triste, hay que comprenderlo.
Es labor nuestra hacerle comprender que el nuevo gato quiere ser su amigo y que compartiendo cosas recibirá mucho más que antes. Para hacerlo háblale de una forma dulce, acaríciale y, sobre todo, pasa tiempo con él demostrándole que sigue siendo para ti la cosa más bonita del mundo y que no tiene nada que temer del recién llegado.
No intervengas si no es necesario
Incluso si las primeras tomas de contacto son sonoras y algo toscas, no intervengas. Es raro que las peleas sean realmente serias. Los gatos se merodearán, se intimidarán, intentarán imponerse el uno al otro, pero todo esto es más “espectáculo” que preparación a un combate de verdad.
Lo que sí tienes que hacer es colocarles la comida en platos diferentes, separados ligeramente uno de otro, y verás como la comida les distrae de sus “conflictos personales”.
Respeto ante todo
El recién llegado querrá descubrir su nuevo hogar, investigará por todas partes, jugará con determinadas cosas, etc. Mucho cuidado con su nuevo comportamiento y observa que éste sea respetuoso con las costumbres de tu otra mascota.
No le riamos las gracias por ser el nuevo, y aprovechemos cualquier oportunidad para recalcarle las cosas que no debe hacer. Si desde el principio marcamos las pautas del respeto hacia el otro, todo será mucho más sencillo en el futuro y la relación entre ambos será mucho más fluida.
Niños y gatitos, una pareja de éxito
Si tienes un hijo pequeño y te has decidido por un gatito, la llegada de esta pequeña mascota será una alegría para ambos. Las caricias y los juegos se prolongarán hasta el infinito por l a energía inagotable de ambos, así que ambos serán excelentes amigos.
Pero cuidado: es importante que el niño entienda que el gato no es un juguete más, que es un ser vivo con sentimientos. Por ello debemos enseñarle que nada de juegos violentos, nada de disfraces molestos, tirones de cola o de orejas, etc.
Debemos inculcar ternura, delicadeza y respeto por el animal, tanto en su descanso como en la hora de la comida. Respecto al gatito, debemos tener claro que ya controla sus garras y sus mordeduras, para asegurarnos que tampoco le va a hacer daño al pequeño.
Estas pautas de convivencia le vendrán muy bien a tu hijo para su desarrollo. Y a partir de los siete años los niños también pueden participar en el cuidado del animal.
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