¿Por qué los gatos siempre caen de pie?
Considerado como sagrado por algunas culturas, el gato es protagonista de múltiples leyendas y mitos. Las más conocidas son las que aluden a sus siete vidas, y a su particular forma de caer desde grandes alturas.
Visto de esa manera, los gatos se muestran como una especie con poderes mágicos. Sin embargo, como mitos y leyendas al fin, las historias sobre gatos tienen un sustento real.
CUERPO GATUNO
La solución al misterioso comportamiento de los gatos está en el cuerpo del propio felino. Y es que la estructura física de estos animales les ofrece una flexibilidad extrema, al punto de poder efectuar complicados giros de 180 grados, para alcanzar estabilidad.
El ingenio de este animal para sobrevivir ante caídas sorprendentes y su fortaleza física, sostienen la creencia de que los gatos tienen siete vidas. Pensamiento absurdo, si se tiene en cuenta que dependen de su cuerpo y astucia, y, por tanto, pueden morir ante determinados impactos.
Sin embargo, aunque no se debe absolutizar, no es errado decir que los gatos caen sobre sus cuatro patas desde alturas sorprendentes. ¿A qué se debe esto?
La respuesta radica en que los gatos poseen 40 huesos más que los humanos, los cuales se hayan repartidos fundamentalmente entre la columna vertebral y su cola. Esto, unido a las almohadillas que presentan entre las vertebras (más gruesas que las del hombre), y que pueden girarse y contraerse hasta límites casi inverosímiles, les concede gran flexibilidad.
Por su parte, la estrechez del torso les permite mantener las patas delanteras muy juntas, característica gatuna que junto a su cola les sirve para conservar el equilibro.
Sin embargo, aun cuando los anteriores mecanismos fallen y el gato pierda el equilibrio; otros componentes de su cuerpo se activarán en pos de su salvación.
ESTÍMULOS PARA EL EQUILIBRIO
Estamos hablando del líquido del oído interno, el cual se mueve mientras el gato cae. De esta forma, el felino en todo momento percibe cual es su posición y de qué manera puede regresar a su centro para caer de pie.
Este líquido circula a través de cinco conductos, que se encuentran alojados en el interior del oído del gato. Por su parte, los tubos contienen en su interior numerosos pelos que, al entrar en contacto con el líquido, indican al animal cualquier giro o movimiento extraño.
La primera información que percibe el felino mientras se precipita es cual debe ser la posición de la cabeza. Tras este impulso, el gato gira su cuello para colocar la cabeza en su altura habitual.
Posteriormente, el felino gira la espina dorsal y, con ella, en un primer momento las patas delanteras, y luego las traseras. En este punto, es importante recordar que el gato puede girar hasta 180 grados sobre sí mismo.
UN PARACAIDISTA EN CASA
Cuando el gato cae desde alturas considerables activa otros mecanismos. Y es que estos felinos estiran sus cuatros patas y redondean su espalda hasta formar un paracaídas. De esta manera, los mininos incrementan la superficie de rozamiento del cuerpo con el aire, al tiempo que reducen la velocidad de su caída a un máximo de 85 kilómetros por hora. Dicha postura les otorga el nombre de gato paracaidista.
Según investigaciones, los gatos tienen más posibilidades de caer de pie desde grandes alturas que de pequeñas. Esto se debe al tiempo del que el gato dispone para relajar su cuerpo y ejecutar los giros. Las distancias cortas impiden, por su brevedad, que el gato realice los movimientos precisos para caer sobre sus pies.
Luego de recibir los estímulos pertinentes, si el gato sobrevive al impacto, solo tienen que sacudir su cabeza para que el líquido vuelva a su postura original. Es por esto, que cuando un gato cae le vemos realizar ese movimiento.
Si la altura no es considerable, el gato activará un reflejo de orientación innato denominado "de enderezamiento". Esta capacidad, que lo hace caer en cuatro patas, aparece a partir de las tres semanas de edad y se perfecciona alrededor de la séptima.
Llegado a este punto, es importante recordar que el hecho de que los mininos caigan sobre sus cuatro patas no los hace inmunes. Por tal motivo, debes evitar que tu gato esté cerca de balcones o ventanas de las que pueda precipitarse y sufrir lesiones para toda la vida.
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