El esqueleto y los músculos de los gatos


El esqueleto de los gatos se compone de 250 huesos. Las vértebras del cuello son cortas y la columna vertebral es muy flexible. La clavícula del gato es pequeña (como en todos los felinos) y se conecta al esternón por un ligamento único. Esto les da una gran flexibilidad y permite que sus hombros se puedan mover independientemente uno del otro.
Al igual que ocurre en el resto de carnívoros, el último premolar superior y el primer molar inferior forman los dientes carniceros, que permiten al gato triturar la comida (gracias a poderosos músculos unidos a ambos lados de la cabeza) y tragar sin masticar. El hueso hioides está completamente osificado, lo que permite que el gato ronronee, pero no ruja.
Las patas están equipadas con garras retráctiles. El gato tiene cinco dedos en las patas delanteras (cuatro de ellos tocan el suelo, más el pulgar) y cuatro en las patas posteriores. Existen casos de polidactilia (más dedos de lo habitual) y ciertos estándares de razas lo admiten. Las almohadillas de las patas están compuestas de una membrana elástica que les permite caminar silenciosamente.
Los músculos de los gatos están muy desarrollados, principalmente los de sus patas traseras. Muy elásticos y potentes, éstos son contráctiles, siendo capaces de acortarse y expandirse por efecto de un estímulo. Los músculos de los gatos son mucho más flexibles que los músculos de casi todos los mamíferos.
Estas características le dan al animal una flexibilidad y una gran potencia en los saltos. Los gatos pueden saltar cinco veces su tamaño. En carrera, su velocidad media es de 40 km/h y tardan 9 segundos en hacer 100 m. Pero no son buenos corredores de fondo y se cansan bastante rápido.
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