La pulga del gato (Ctenocephalides felis)


La pulga del gato es generalmente la principal causa de problemas cutáneos en nuestros gatos. Esta pulga es un pequeño insecto sin alas y de forma aplanada que se nutre de la sangre del felino para vivir y reproducirse en el mismo pelaje. Este parásito no solo afecta a gatos, también afecta a perros y  a otras 50 especies de mamíferos por todo el mundo.
Su picadura produce fuertes picazones en el animal que llevan al gato afectado a rascarse con fuerza, llegándose generalmente a hacer daño en la piel. En caso de que sea un gatito el que padezca este parásito, éste puede llegar a sufrir anemia grave por la succión de su sangre, por lo que en sus primeros meses de vida debemos tener aún más cuidado. Muchos gatos pueden igualmente sufrir reacciones alérgicas.
Para comprobar si nuestro gato tiene pulgas lo ideal es pasar un peine fino por la base de la cola y dejar caer los pelos sobre un papel. Rocía el pelo con unas cuantas gotas de agua y luego rasca el pelo con tus uñas. Si ves un rastro rojo aparecer, ese pelo tiene pulgas. Igualmente podrás ver en su pelaje unas pequeñas bolas negras, que son los excrementos de las pulgas.
La pulga del gato es frecuente que aparezca desde la primavera hasta el verano. Ésta se reproduce muy rápidamente con el calor y la humedad, y su punto culminante es al terminar el verano.
Precaución igualmente porque la pulga de gato y sus huevos pueden infestar el entorno. Poco a poco se caen del animal en cualquier lugar (alfombras, muebles, grietas en el suelo, etc.) y son capaces de evolucionar allí también volviendo posteriormente al animal. Nuevas generaciones de pulgas pueden llegar de esta manera, así que si el animal coge este parásito tendremos que tomar medidas en toda la casa.
Y ahora te habrá surgido la  duda de cómo limpiar la casa de pulgas, ¿verdad? Vamos a resolver el problema. Lo primero que tenemos que hacer es pasar el aspirador muy concienzudamente por toda la casa y deshacernos de la bolsa una vez terminemos. También tenemos que limpiar con agua caliente con jabón todos los rincones de la casa por los que ha podido pasar el gato, además de la ropa de cama de toda la familia.
En casos graves deberás utilizar insecticidas (leer muy bien la etiqueta y seguir las recomendaciones al pie de la letra) en lugares tales como puertas, marcos de ventanas, etc. para impedir que las pulgas entren en casa. Para una mayor protección trata las zonas exteriores en las que el gato se acuesta o juega habitualmente.
Existe una amplísima variedad de tratamientos antipulgas en diversas formas, que van desde collares hechos de espuma a polvos o aerosoles que se aplican en la piel del gato. Todos estos tratamientos hay que usarlos con precaución y seguir todas las recomendaciones del envase.
Generalmente no son aconsejables en cachorros de menos de 3 meses o en periodo de lactancia, y tampoco en embarazadas. También existen tratamientos que se aplican vía oral o inyección, que provoca que la sangre sea tóxica para las pulgas.
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