Los ácaros en los gatos


¿Tu gato tiene acceso al exterior y notas que se rasca mucho y que se lame frecuentemente entre los dedos? ¿Has observado en él pequeños puntos de color naranja en algunas partes de su cuerpo o un líquido negro dentro del pabellón auditivo? Mucho cuidado porque en caso de haber contestado afirmativamente a estas preguntas es más que probable que nuestro gato esté infectado de ácaros.
Las larvas de los ácaros (Neotrombicula autumnalis) son unos parásitos presentes en el césped y en los campos que se adhieren a la piel de nuestros amigos de cuatro patas para alimentarse de su sangre. Poco a poco van tornándose anaranjados.
¿Cómo puedo saber si mi gato tiene ácaros? Los ácaros se adhieren a todos los lugares donde la piel del gato es más fina. Por ello deberemos buscar entre los dedos del animal, en el interior de sus muslos, en las axilas y en las orejas (sobre todo en el pabellón auditivo).
Para saber si el gato está infectado por los ácaros es suficiente con mirar bien en los lugares que te indicaba anteriormente (dedos, muslos, orejas y axilas) y observar que no haya pequeños insectos diminutos de color naranja. Normalmente forman grupos sobre la piel.
Su presencia causa picores en el gato, lo que puede provocar futuros arañazos por parte del animal. Muchos gatos tienen tal desesperación por los picores que llegan a ponerse la piel en carne viva o se lamen frenéticamente durante horas. Un signo de la presencia de ácaros es si vemos que nuestro animal se muerde o se lame las patas.
¿Qué hacer ante la presencia de ácaros? La mayoría de los antiparasitarios externos son muy efectivos ante los ácaros, produciéndoles la muerte. Sin embargo, debido a la ubicación particular de estos parásitos, es preferible utilizar medidas en forma de spray. Lo ideal es pulverizar una vez todas las semanas las zonas sensibles del gato para aumentar la concentración del producto en esos lugares.
Después de rociar en las zonas sensibles, debemos tener cuidado de que el gato no se lama en la hora posterior para que no se trague el insecticida. Lo mejor para conseguirlo es rociarle justo antes de darle de comer. Así nuestro compañero estará ocupado con otra actividad y mientras tanto el producto irá penetrando.
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